El ilustre periodista fue personal unetense y el creador del programa de televisión La UNET Hoy

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“Ramsés Díaz, maestro y amigo. Fue un honor compartir tantos años de labor profesional, primero en Diario La Nación y después en la Universidad Nacional Experimental del Táchira. Ejemplo a seguir por el amor que siempre le imprimió a su razón de ser, el periodismo. Ya está en el cielo con su querida Betty. Y aquí en nuestros corazones.” Norma Pérez.

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La ciudad de San Cristóbal despidió a una de las más destacadas plumas que le habría llegado desde tierras colombianas hace más de medio siglo para formar parte de llamada “generación de oro” del periodismo. A sus 82 años de edad el ilustre periodista Ramsés Díaz León dejó la ciudad que adoptó como propia para partir a la eternidad, dejando un legado de oficio, familia y altísima calidad humana, difícil de superar.

Desde su Simacota natal, este santandereano partió muy joven a Bogotá para abrirse paso en el mundo del periodismo, la radio y los deportes le abrieron paso a Venezuela, instalándose en la ciudad de San Cristóbal junto a su inseparable esposa Betty para echar raíces familiares y profesionales.

Allí llegó luego de una brillante y fructífera trayectoria que incluye su paso por agencias internacionales, el haber sido primero periodista fundador y años después Director del diario La Nación, Director de la emisora Ecos del Torbes, periodista institucional por más de veinte años en la Universidad del Táchira y maestro de varias generaciones de periodistas que encontraron en su afable manera y sus sabios consejos, la orientación necesaria para despuntar en sus propias carreras.

Don Ramsés, como se le conocía en todos los ámbitos sociales, era además un hombre con profunda vocación humana, lo que le llevó a integrar y presidir el Rotary Club San Cristóbal, desde donde desarrolló una importante labor para la formación de los más jóvenes.

En 2013, luego de más de 50 años de trayectoria profesional, Ramsés Díaz León decide poner un alto a su pluma y se “jubila” del ejercicio periodístico para incursionar brevemente en la política, al aspirar a un escaño en el parlamento Colombiano. Se desempeñaba entonces desde hacía ya algunos años como el primer corresponsal de La Opinión en Venezuela. 

Problemas de la salud propios de la edad y la repentina pérdida de su esposa Betty, minaron durante el último año la salud de este ilustre hombre de letras que adoptó a Venezuela como su segunda patria, pero que llevó siempre a Colombia cerca de su pluma y de su corazón.

Un concurrido grupo de amigos y familiares acompañaron a Ramsés Díaz León a su última morada este sábado, bajo un cielo encapotado, en el Cementerio Metropolitano El Mirador, donde descansará eternamente al lado de su amada. /Eilyn Cardozo, corresponsal de La Opinión. /Foto: Juan José Contreras Cárdenas.

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Ramsés Díaz León: homenaje póstumo

                                “Soy un hombre agradecido con la UNET”

Estuvo allí, cuando la Universidad Nacional Experimental del Táchira se abría al mundo. Ramsés Díaz León, periodista por profesión, vocación y pasión, fue testigo y baluarte desde su posición como director de Diario La Nación de la sentida necesidad que tenían los tachirenses de una casa de estudios de aquí, de la región.

Llegó a la UNET en abril de 1981, por un gesto de amistad y confianza con el Rector Francisco Rad Rached, su amigo. Junto a José Mardonio González, conformaron el primer equipo para la naciente Oficina de Prensa de la institución junto con otros compañeros. La universidad entonces tuvo la proyección que le dio el brillo, la confianza, las raíces, pero sobre todo la pertinencia en cada familia tachirense.

Hablar de él en tercera persona es complejo. De su vocación por la profesión, era un hombre de palabra profusa y de prosa exquisita al redactar, siempre puntual con las pautas, y con la vehemencia por la noticia escrita, radial y televisiva, pero siempre atento con los colegas de los distintos medios que visitaban la universidad en búsqueda de información.

De impecable vestir, siempre de traje y corbata, respetuoso con el trato a sus congéneres, y constantemente hablando de su familia y su amada Betty. Gozaba del reconocimiento de la sociedad tachirense, su andar por las calles, en instituciones, en reuniones recibía las muestras de respeto, consideración y cariño que devolvía con la amabilidad que le caracterizaba.

Siempre su querencia por la UNET, reconoció en la última entrevista que de sus hijos, la menor fue la única que estudió aquí y se hizo arquitecta. Sostenía una inmensa satisfacción por su realización personal que era producto de la universidad y más de una vez dijo, “fue más lo que me dio la universidad, que lo que le pude dar a ella en mis años allí”.

Sentenciaba que, la universidad no sólo son unos edificios y paredes, sino un contingente humano creador de ideas, generador de desarrollo, preocupado por el crecimiento económico y social del Táchira, al punto que familias enteras mejoraron su posición social por tener uno o varios hijos egresados de la UNET.

El 11 de octubre se despide de su universidad, a la cual entregó los mejores años de su vida. Días a los que nos remontamos a las cálidas charlas vespertinas aderezadas por un espeso café, teniendo como tema a la UNET, el periodismo y las nuevas tecnologías que nos despedían de las ruidosas máquinas de escribir.

Se fue Ramsés con sus impolutas camisas almidonadas por Betty, su gran conquistador blanco, el amor por la universidad, pero sobre todo, con su grabadora y su cámara en la búsqueda de la noticia de la que hizo camino, al andar. /Ricardo Ramírez.

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